Jaimie Henderson se empezó a interesar por las personas que pierden la capacidad de comunicarse desde muy pequeño. En una presentación por videollamada de su última investigación en este campo, el investigador de la Universidad Stanford (EE UU) recuerda ahora que, cuando tenía cinco años, su padre sufrió un accidente de tráfico muy grave. “Él seguía contando chistes, y yo me reía de sus bromas, pero no le entendía porque su capacidad de hablar estaba muy dañada”, dijo. Eso le llevó a estudiar cómo codifican el movimiento y el habla las neuronas, para después buscar la forma de recuperarlos en personas con daños neurológicos. Henderson es el líder de uno de los dos trabajos que hoy publica Nature y que dan esperanza de volver a comunicarse a muchas personas como su padre.
El primero de estos trabajos, liderado desde la Universidad Stanford, tuvo como paciente a Pat Bennet, una mujer de 68 años que fue diagnosticada con ELA (esclerosis lateral amiotrófica) en 2012. De las distintas manifestaciones de la enfermedad, a Bennet le tocó una versión que le ha permitido seguir moviéndose, aunque con creciente dificultad, pero le arrebató el habla. Aunque su cerebro no tiene dañada la capacidad para generar el lenguaje, los músculos de sus labios, su lengua, su laringe o su mandíbula no le dejan decir nada.
Ese problema fue resuelto, al menos en parte, a partir de dos sensores —menores que una uña— implantados en su cerebro, para recoger señales de neuronas individuales en dos regiones asociadas al lenguaje: la corteza premotora ventral y el área de Broca (esta última no resultó útil para el objetivo de los investigadores). Los investigadores usaron esos implantes neurales y un software para relacionar las señales cerebrales y los intentos de pronunciar palabras de Bennet. Tras cuatro meses de aprendizaje, el sistema combinó toda esta información con un modelo de lenguaje informático que hizo posible que la paciente produjese frases a 62 palabras por minuto. La cifra es algo menos de la mitad de velocidad del habla normal, y cuando se utilizaba un vocabulario de más de 100.000 palabras se producía un error por cada cuatro palabras pronunciadas, pero los resultados son tres veces mejores que los sistemas de comunicación similares que se habían probado hasta ahora.
En el segundo estudio, liderado por Edward Chang, de la Universidad de California en San Francisco (UCSF), se obtuvieron unos resultados similares con un sistema algo diferente. En este caso, los implantes cerebrales (formados por 253 microelectrodos) recogieron señales de regiones más diversas del cerebro de Ann, una mujer que perdió el habla hace más de 17 años por un ictus. Lograron alcanzar 78 palabras por minuto con un vocabulario base de algo más de 1.000 palabras. La tasa de error fue del 25,5% cuando se incluyeron los movimientos del tracto vocal para reconstruir las palabras y de un 54,4% cuando se tradujeron las señales cerebrales directamente al habla a través de un sintetizador. Aunque sigue estando lejos de poder considerarse una solución práctica para este tipo de dolencias, mejora sustancialmente los resultados de experimentos anteriores.
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El equipo de la UCSF quiso añadir además un avatar a su interfaz cerebro-máquina porque, según ha explicado Sean Metzger, “el objetivo es recuperar la capacidad de comunicación y de conexión con los seres queridos, no solo ayudar a transmitir unas palabras. Cuando se habla hay un sonido, un énfasis y otras sutilezas que se pierden cuando solo hay un texto”, apunta el investigador. Este avatar personalizado, que traduciría otros elementos comunicativos como la expresión facial a partir de las señales cerebrales, ayudaría a mejorar la conexión del paciente con sus interlocutores. Para recrear la voz, el equipo empleó una grabación de Ann hablando en su boda, antes de sufrir el ictus.
Un salto hacia una solución práctica
En una presentación conjunta online, ambos equipos han afirmado que sus resultados eran comparables y que tenía interés ver cómo ambos métodos de recogida de señales, uno más localizado y el otro tomándolas de más zonas, muestra por primera vez que estas tecnologías pueden ofrecer una solución práctica. Los vídeos de las pruebas muestran que la comunicación de los pacientes aún no es fluida, pero los autores de los dos estudios creen que sus resultados se validan mutuamente y que están en el camino correcto. Hace tres años, el grupo de Chang demostró que con su método era posible descodificar cuatro palabras en personas con parálisis. En ese tiempo, el progreso ha sido exponencial.
Hasta ahora, hay solo medio centenar de personas a las que se han implantado interfaces cerebro-ordenador con microelectrodos para posibilitar su comunicación. Entre las mejoras que plantean para el futuro, además de incrementar la velocidad de comunicación, se incluye el desarrollo de aparatos inalámbricos que no requieran a las pacientes estar conectadas a una máquina. También se deberá averiguar si estos sistemas sirven para recuperar el habla en personas que están completamente atrapadas en su cuerpo y solo se cuenta con sus señales cerebrales para restablecer su comunicación.
Para conseguir estos objetivos, también será necesario ampliar el número de pacientes con los que trabajar, más allá de las dos mujeres que colaboraron en los dos estudios que publica hoy Nature. Es necesario, por ejemplo, saber si lo que aprenden los algoritmos durante las tediosas horas de entrenamiento pueden servir para decodificar el habla en el cerebro de una persona diferente; o también, estudiar si las otras señales cerebrales que produce el paciente, al interpretar lo que otros dicen, pueden producir fallos en la generación de su propio discurso.
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La vicepresidenta segunda en funciones del Gobierno, Yolanda Díaz, dio este fin de semana un mitin de Sumar en el que mencionó a las “élites tecnológicas” y un supuesto “plan B” para “huir del mundo y protegerse ellos y ellas solas”. “Esas élites son conscientes de que nos vamos al carajo”, dijo. No se trata de una ocurrencia de Díaz, como han aventurado algunos medios. Se refiere a las reflexiones de Douglas Rushkoff (Nueva York, 62 años), un pensador y periodista que ha dado recientemente entrevistas en España con motivo de la edición en castellano de su último libro, La supervivencia de los más ricos. Su obra desgrana el pensamiento de varios milmillonarios relacionados con el pujante sector tecnológico. En concreto, se fija en sus estrategias escapistas para salvarse ante un eventual fin de la civilización al que están contribuyendo.
Rushkoff tuvo en 2017 una reunión privada con cinco altos ejecutivos con patrimonios de diez dígitos. No querían saber lo último en tecnología y redes, su especialidad, sino debatir cómo tendrían más probabilidades de sobrevivir al “evento” que lo echará todo al traste, ya tenga forma de colapso medioambiental, agitación social, explosión nuclear, tormenta solar, virus imparable, gran sabotaje informático o rebelión de las máquinas. Estos preparacionistas ultrarricos le preguntaron, entre otras cosas, por las mejores ubicaciones posibles para búnkeres subterráneos privados o cómo lograr ganarse la lealtad de los guardias de seguridad de sus refugios, entre los que se cuentan antiguos Navy SEAL o policías de élite, para que no se vuelvan contra el jefe. Cuenta también que la respuesta de Rushkoff a esta última pregunta (trátenles bien desde ya y páguenles buenos salarios) provocó carcajadas.
El intelectual entendió que la élite que controla la industria tecnológica no solo es inmensamente rica: también da por hecho que no vamos por el buen camino como civilización, así que preparan estrategias para huir y parapetarse cuando llegue la catástrofe. Los más pudientes van más allá de los búnkeres de lujo. Jeff Bezos quiere viajar al espacio; Elon Musk, colonizar Marte. Peter Thiel (Palantir) ambiciona revertir el proceso del envejecimiento. Sam Altman (OpenAI) y Ray Kurzweil (Google), cargar sus mentes en ordenadores. Mark Zuckerberg, refugiarse en el metaverso.
“Mucha gente ve a estos titanes de la tecnología como nuestros héroes”, dice Rushkoff a EL PAÍS. “Quiero que se vea que la visión del futuro que tienen Thiel, Musk o Zuckerberg es muy oscura. Más que emularlos, debemos reírnos de ellos”.
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Autor de una veintena de volúmenes, tres documentales y de un podcast semanal y colaborador habitual en Time y The New York Times, Rushkoff ha sido considerado por el MIT como uno de los 10 pensadores más importantes del mundo en materia tecnológica.
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Con la inteligencia artificial generativa, una frase puede dar forma a imágenes extraordinarias o hiperrealistas. Basta con describir lo que quiere crear, ya sea una casa de madera con techo de algodón o una elegante oficina llena de ejecutivas ocupadas. Entonces, la herramienta previamente entrenada en grandes bases de datos toma las indicaciones y genera imágenes nunca antes vistas. Este recurso poderoso, que ha estado en manos de unas pocas empresas, como OpenAI o Midjourney, pasa a ganar presencia significativa en el mercado. Getty Images, un gigante creador de contenido visual a nivel global, anunció hoy su nueva herramienta de inteligencia artificial (IA) generativa para originar imágenes o ilustraciones a partir de un comando de texto. La empresa argumenta que es la primera comercialmente segura de la categoría: está entrenada únicamente con su propia biblioteca de imágenes y con indemnización para uso comercial.
Getty asegura que los creadores de las imágenes incorporadas en el algoritmo, como diseñadores o fotógrafos, recibirán una compensación económica por su contribución a los conjuntos de datos de entrenamiento. Sin embargo, aún no se ha especificado la cantidad exacta o el porcentaje de este beneficio. Craig Peters, CEO de la empresa, detalla a EL PAÍS por videoconferencia: “Será una parte de cada dólar de ingresos que generemos a partir del servicio. No les pagaremos una tarifa única. Es un flujo de ingresos continuo para aquellos contribuyentes en función de los contenidos que nos han aportado”.
La herramienta marca un giro en la posición de la compañía con respecto a la IA generativa. A principios de este año, Getty presentó demandas en Estados Unidos y Reino Unido contra Stability IA, la empresa por detrás del generador de imágenes Stable Diffusion, alegando que este utilizó millones de sus fotos para entrenar su algoritmo sin permiso. Además, Getty tiene prohibida la carga y venta de imágenes generadas con herramientas artísticas de inteligencia artificial de otros proveedores en su plataforma. Y según el CEO, esta posición no cambiará y tampoco permitirá añadir las imágenes generadas a través de su propia herramienta a las bibliotecas existentes.
Peters explica que los contenidos editoriales, como las fotografías relacionadas con noticias, deportes, entretenimiento, celebridades o marcas, no están incluidas en el algoritmo de la nueva herramienta, por lo que no será posible generar nuevas imágenes a partir de ellos. “Es solamente de nuestro contenido creativo”, matiza por videoconferencia.
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Getty, cuyo banco de imágenes es usado por medios de comunicación, agencias de publicidad y otras empresas, no es la primera del sector a incorporar la IA generativa. En octubre de 2022, Shutterstock añadió una herramienta similar a su servicio y recibió muchas críticas por parte de los artistas cuyo trabajo ha sido copiado de la web sin su consentimiento para entrenar a los algoritmos.
Herramienta de inteligencia artificial de Getty ImagesAgencia Getty
La nueva herramienta se ofrecerá como un servicio independiente dentro de la plataforma de Getty. Esto significa que tanto los clientes actuales como los nuevos deberán suscribirse a ello. El precio variará según las características del cliente, de manera similar a cómo funciona su negocio actualmente. Al crear y descargar las imágenes generadas artificialmente, los usuarios recibirán una licencia libre de derechos estándar que incluye declaraciones y garantías, indemnización sin límite y el derecho de uso en perpetuidad, a nivel mundial y sin exclusividad.
La empresa garantiza que a finales de este año, los clientes podrán personalizar la herramienta con datos propios para producir imágenes con estilo y lenguaje exclusivo. Un fabricante podrá, por ejemplo, generar nuevos contenidos visuales a partir de su propio producto o marca. Sin embargo, esta característica no servirá para fotos de personas. Actualmente, la herramienta solo está disponible en inglés y, según afirman, la inclusión del español y otros idiomas se realizará en fases sucesivas.
Del diseño a la fotografía, la avalancha de contenidos artificiales ha disparado el temor por parte de los artistas y creativos. Eva Casado, presidenta de la Asociación de Fotógrafos Profesionales de España (AFPE), explica que el sector se encuentra en una situación de “pie de guerra” contra esos modelos de IA generativa, principalmente porque muchos de ellos infringen los derechos de autor. “Incluso puedes pedir una fotografía en el estilo de un fotógrafo determinado. Es una forma de plagiar”, dice. También se trata de una disputa en el mercado laboral. “Nos estamos viendo afectados porque hay muchos trabajos que ahora mismo no los están haciendo fotógrafos. Los está haciendo la IA porque, además, pagas al mes una tarifa y creas todo lo que quieras”, añade la presidenta de AFPE.
Por su parte, Yolanda Purriños, directora del cuerpo colegiado de fotografía de la Federación Española de Profesionales de la Imagen, enfatiza que aquellos que se dedican a fotografiar paisajes y naturaleza o de publicidad “lo tienen muy complicado”, dado que la IA produce imágenes tan impactantes “que son imposibles de superar”. “Una gran mayoría de creadores defendemos que no se tratan de ‘fotografías’, sino ‘imágenes’, puesto que no son creadas con una cámara y no se pueden vender como tal”, dice.
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Debido a la constante evolución de los equipos fotográficos, y también al impacto de la inteligencia artificial, Purriños destaca que desde la digitalización de la fotografía ha existido una presión constante para mantenerse siempre actualizado. Y ahora muchos profesionales han vuelto al pasado para reconquistar la autenticidad. “En este último año ha crecido la demanda de la película [fotográfica], ya que es lo único que mantiene la magia y continúa dando veracidad a ese momento capturado”, concluye.
Debido a la constante evolución de los equipos fotográficos, y también al impacto de la inteligencia artificial, Purriños destaca que desde la digitalización de la fotografía ha existido una presión constante para mantenerse siempre actualizado. Y ahora muchos profesionales han vuelto al pasado para reconquistar la autenticidad. “En este último año haya crecido la demanda de la película, ya que es lo único que mantiene la magia y continúa dando veracidad a ese momento capturado”, concluye.a digitalización de la fotografía ha existido una presión constante para mantenerse siempre actualizado. Y ahora muchos profesionales han vuelto al pasado para reconquistar la autenticidad. “En este último año haya crecido la demanda de la película, ya que es lo único que mantiene la magia y continúa dando veracidad a ese momento capturado”, concluye.
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Señal de advertencia en el Valle de la Muerte (EE UU) en una imagen de este pasado julio. Un grupo de investigadores ha conseguido generar agua en este entorno extremo, uno de los más calurosos de la Tierra.Apu Gomes
Según la ONU, en la Tierra hay agua para todos y, sin embargo, la escasez afecta a 2.000 millones de personas que carecen físicamente de ella o de la infraestructura necesaria para aprovecharla. Las soluciones son tecnológicas: utilizar el agua del mar y subterránea, reutilizar las residuales, mejorar la eficiencia en la distribución y consumo y condensar la presente en la atmósfera. Las últimas investigaciones publicadas por Nature este mes de agosto muestran que se ha conseguido generar agua en el Valle de la Muerte, el enclave del desierto californiano de Mojave considerado uno de los lugares más calurosos del mundo, o captarla de la niebla y purificarla al mismo tiempo o emular a arañas y escarabajos para recolectarla. Pero estos avances se enfrentan a una maldición planteada por William Stanley Jevons hace dos siglos: a medida que mejora la eficiencia en el uso de un recurso, aumenta su consumo en vez de reducirse.
La demanda de agua mundial no para de crecer. A lo largo del último siglo, de acuerdo con Naciones Unidas, el consumo creció a un ritmo dos veces superior al de la tasa de crecimiento de la población y cada vez es mayor el número de regiones con niveles crónicos de carencia. Jesús M. Paniagua, autor de Agua. Historia, tecnología y futuro(Guadalmazán, 2023), coincide con la ONU en que “hay suficiente agua en el planeta para abastecer a los casi 8.000 millones de personas que lo habitamos. Pero está distribuida de forma irregular, se desperdicia, está contaminada y se gestiona de forma insostenible”, advierte.
Cristina Monge Lasierra, politóloga de la Universidad de Zaragoza, recuerda en un libro sobre abastecimiento urbano, publicado por el Ayuntamiento de Cádiz y los operadores públicos de Aeopas, la advertencia del exsecretario de la ONU Ban Ki-moon: “La batalla por la sostenibilidad se librará en las ciudades”. Será en ellas donde se concentrará el 75% de la población y entre el 80% y el 85% de la riqueza. “Lo que ocurra en las urbes y cómo se relacionan con el resto del territorio será clave”, destaca Monge.
Aunque el mayor consumo de agua se produce en la agricultura y ganadería (80%, según la OCDE), su uso responde a la demanda de alimento de las urbes, donde reside la mayoría de la población. El resto de los grandes consumos son industriales y urbanos. “Los episodios extremos como los que vive España expresan la urgencia de integrar el agua como elemento imprescindible para repensar las ciudades”, advierte Luis Babiano, gerente de Aeopas.
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La tecnología ha permitido ganar en eficiencia en la distribución de agua, pero aún hay mucho camino por recorrer. Según Francisco Lombardo, presidente del Foro de la Economía del Agua, “en España se pierde actualmente más de una cuarta parte del agua que distribuye a través de la red como consecuencia de la falta de inversiones”. Lombardo apuesta por “renovar las infraestructuras hídricas y la digitalización para tener un control mucho más exhaustivo de las fugas y pérdidas de agua”.
Paniagua coincide en la existencia de “sistemas muy deficientes que están perdiendo agua” y pone como ejemplo la capital uruguaya: “Montevideo ha sufrido un problema de abastecimiento después de tres años de sequía. Su red tiene unas pérdidas del 50% y eso quiere decir que, de cada 100 litros que entran desde los depósitos, 50 se pierden”.
Para la obtención de recursos confía en las reservas subterráneas, en un consumo más consciente, en la reutilización de aguas residuales y en la desalación, sistemas que espera que se vayan abaratando y descarbonizando con el auge de energías renovables.
La desalinización de agua de mar requiere un alto consumo energético y genera residuos como la salmuera. Aprovechar el agua atmosférica, particularmente en regiones con una humedad inferior al 70%, también requiere una cantidad sustancial de energía que convierte esta solución en ineficaz.
Del desierto a las arañas
Un trabajo publicado en Nature Watery firmado por investigadores de las universidades de Postech y Berkeleyha optimizado el proceso para lograr generar agua de la atmósfera en el desierto del Valle de la Muerte, en Estados Unidos, con temperaturas de hasta 57 grados y humedad relativa inferior al 7%.
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“Hemos corroborado el potencial de la tecnología para abordar los crecientes desafíos de la escasez de agua, agravados aún más por los problemas ambientales. Esta tecnología proporciona un recurso hídrico seguro e independiente de las condiciones geográficas o climáticas”, resalta Woochul Song, investigador de Postech.
Generación de agua en el Valle de la Muerte conseguida tras una investigación publicada en ‘Nature’.Nature Water / Atli Eon
Otro de los inconvenientes de la utilización del agua atmosférica, como la procedente de la niebla, es la contaminación impregnada en esta. Investigadores de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (ETH) han desarrollado un método que recoge el agua de la niebla y, simultáneamente, la purifica a partir de una malla metálica recubierta con una mezcla de polímeros y dióxido de titanio, que actúa como un catalizador químico.
“Nuestro sistema se puede usar en áreas con contaminación atmosférica, como centros urbanos densamente poblados”, explica Ritwick Ghosh, científico del Instituto Max Planck que ha colaborado en el trabajo publicado en Nature Sustainability.
El profesor de la Universidad de Waterloo Michael Tam ha desarrollado esponjas que capturan continuamente la humedad de su entorno imitando a las arañas y las estrategias de otros insectos. “Una tela de araña es una maravilla de la ingeniería y captura eficientemente el agua. La araña no necesita ir al río a beber, ya que atrapa la humedad del aire”. Su trabajo ha sido publicado en Nature Water.
Paniagua confía en las soluciones tecnológicas. “Si miras la historia, la tecnología nos ha ido sacando de problemas”, comenta. En este sentido, su obra recuerda cómo se ha generalizado la digitalización de los campos de cultivo, las estaciones meteorológicas en parcela, los sensores de humedad, los sistemas de monitorización de caudal y presión en las redes de riego o los drones de vigilancia y seguimiento que optimizan el uso de los recursos.
Pero el autor recuerda que uno de los problemas de la solución tecnológica ya lo anticipó el economista británico William Stanley Jevons hace dos siglos. Jevons observó que las máquinas de vapor más eficientes no implicaban un descenso en el consumo de carbón, sino todo lo contrario: la eficiencia multiplicó el número de máquinas. Es una paradoja que explica el aumento del tráfico cuando se amplía la red de carreteras. “Puede ocurrir”, admite Paniagua. “No digo que vaya a suceder de manera generalizada, pero es cierto que, cuando tienes más capacidad de regadío, esta superficie aumenta. Tengo un amigo que afirma que, si consiguiéramos la fusión nuclear para generar mucha energía muy barata, seríamos capaces de cualquier barbaridad. De todos modos, eso no nos debe frenar para mejorar la eficiencia”.
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El otro gran inconveniente de la solución tecnológica al problema del agua es la desproporción del crecimiento de la demanda. En este sentido, Paniagua pone el foco en África, donde hay menor acceso a recursos, saneamiento y energía, pese a la previsión de explosión demográfica. “Hay que enfocarse en inversiones y mejoras para garantizar el abastecimiento, la depuración y el saneamiento. Los megatrasvases no son viables por miles de razones, desde las técnicas a las políticas. Es un problema serio”.
En marzo de 2023, UNICEF publicó un informe sobre la difícil situación de aproximadamente 190 millones de niños en África que sufren de falta de agua potable, lo que resulta en la trágica muerte diaria de 1.000 niños menores de cinco años.
El ejemplo de una fuente
Una simple fuente de agua potable urbana puede ser un ejemplo de cómo la gestión de la misma es más compleja de lo que puede parecer a simple vista. En este sentido, Luis Babiano destaca cómo la incorporación de nuevas infraestructuras para llevar este servicio público a cada 1.000 habitantes de Cádiz llevó a detectar un error en el planteamiento tradicional de estas instalaciones. “Los criterios para su ubicación son formales, de accesibilidad o de coste. Pero no se han pensado como herramientas para la construcción de una ciudad amable”, comenta.
El diseño de la red gaditana, reflejada en el libro Fuentes públicas de agua potable, intentó partir desde cero, analizando los principales recorridos de los vecinos, tanto en sus jornadas de trabajo como en sus momentos de ocio. También en su movilidad, si se desplazaban a pie, en bici, en transporte público o en vehículos propios. Incluso se tuvo en cuenta si había presencia de mascotas.
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