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ZkSync presenta Boojum, un nuevo banco de pruebas para escalar Ethereum

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Matter Labs, el desarrollador de la segunda capa de Ethereum zkSync Era, ha introducido un nuevo método de verificación de transacciones que complementa el conocido cero conocimiento (zero Knowledge o zk). Esto se llama Boojam.

Según el propio anuncio de zkSync, Boojum es una “biblioteca de restricciones y aritmética” basada en el lenguaje de programación Rust., Su función principal es “implementar una versión mejorada del circuito ZK para zkSync Era y ZK Stack”.

Por el momento, se encuentra en una fase de prueba denominada “modo sombra”, en la que se ejecuta junto con la red principal, pero sin acceso público y sin verificar sus transacciones en Ethereum. Este es un paso previo a su implantación en la red principal, que vendrá tras futuras auditorías de seguridad, Los desarrolladores dicen: “El código base aún está en desarrollo y verá muchas mejoras y actualizaciones”.

La red zkSync Era, así como el paquete acumulativo zkSync Lite, utiliza pruebas de verificación de tipo zk para validar las transacciones que luego se introducen en la red Ethereum. Boozum mejora este sistema de verificación, dicen sus creadores.

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La explicación de Matter Labs comienza así: “En el contexto de los protocolos de conocimiento cero, la aritmética es el proceso que transforma la computación ordinaria en forma matemática”. Al igual que con el sistema de prueba actual (ZK), el sistema actualizado (boojam) continúa empleando aritmética de estilo PLONK. Con este enfoque, los circuitos ZK son fáciles de escribir en relación con algunos formalismos opcionales, lo que facilita el desarrollo, la auditoría, el mantenimiento y la actualización del sistema.

Este nuevo método de prueba es necesario porque SNARK, la tecnología que utiliza zkSync en la actualidad, “es efectiva pero no será adecuada para transacciones de gran volumen”, indicó. Por eso, es fundamental implementar sistemas que permitan una verificación rápida y barata, explica.

Verificación de transacciones en zkSync con Boojum

En cuanto a las especificaciones técnicas de la Boojum, sus aspectos destacados se refieren Posibilidad de ampliar a 100 transacciones por segundo (TPS) que ya soportaba zkSync EraSegún informó CriptoNoticias, la red fue anunciada en marzo.

Además, Solo se requieren 16 GB de RAM para ejecutar Boojum, mientras que los sistemas actuales demandan clusters de tarjetas gráficas (GPUs) de 80 GB cada uno. Esto es positivo ya que apoya la descentralización en el futuro, explicó en su presentación. En definitiva, esta reducción en cuanto a requisitos de hardware era uno de los objetivos del equipo de zkSync al empezar a trabajar en Boojum.

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Tecnología

La solución de un colegio contra los móviles está en un sobre cerrado: “Ahora ya no tenemos que confiscarlos” | Tecnología

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En el colegio privado Dragon School de Torrelodones (Madrid), la guerra contra el móvil en las aulas ha dado el paso definitivo. Ya no bastan las taquillas, la autorregulación o la vista gorda en los recreos. En el centro, los alumnos llevan sus móviles bloqueados en unas bolsas de tela con un cierre por imán de seguridad, que funciona de modo similar al antirrobo de supermercados o ropa de grandes almacenes. Cada mañana y tarde, los estudiantes esperan en fila con sus bolsas a pasar por el imán junto a la puerta, que sostienen un par de profesores.

Las opiniones de los jóvenes están divididas: unos lo viven con naturalidad porque llevan años recibiendo cursos y talleres sobre el uso adecuado del móvil y sus peligros. Otros, en cambio, lo llevan peor: “Me parece mal, qué te voy a contar”, dice un alumno de 17 años. La dirección, en cambio, está encantada: “Ahora ya no tenemos que confiscar móviles, hemos dejado de hacer de polis malos”, dice Mariana Evangelista, directora de Admisiones del centro.

La escuela tiene prohibidos los móviles desde 2020. “Antes de la pandemia no era un problema”, dice Evangelista. “Después de la covid, los niños se volvieron terriblemente adictos. Un día hicimos una excursión a la que no se podía llevar móvil y una niña de 11 años se puso a gritar, a llorar y a patalear porque no lo tenía”, añade. Empezaron a ser más estrictos, pero algunos estudiantes seguían usándolos en el baño o en momentos libres. El colegio quería evitar ir más allá: “No puedes estar cacheando a los chicos, ¿en qué te vas a convertir?”, dice Evangelista.

A un cargo directivo del centro le saltó un anuncio en redes de un recurso que usaban sobre todo colegios estadounidenses. Era de Yondr, una empresa estadounidense fundada en 2014 y que fabrica esas bolsas con el objetivo de crear espacios libres de móviles. Bob Dylan las usó en su última gira y se han empleado en tribunales, bibliotecas, bodas o museos. Su producto principal es la bolsa donde el móvil queda encerrado, y solo se abre con un imán al salir del espacio.

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La escuela les contactó y en mayo firmaron un acuerdo. EE UU es el país con más escuelas con bolsas, según cuenta la compañía. En Europa, los dos principales son Reino Unido e Irlanda. Hay 16 países en el mundo que usan productos de Yondr, la mayoría en Europa. En España solo la Dragon School usa este recurso.

Yondr dice estar en contacto con autoridades españolas. Preguntada por este periódico, la empresa dice haber tenido conversaciones con el Departament d’Educació de la Generalitat de Catalunya y con las oficinas del alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, y de su teniente de alcalde, Maria Eugènia Gay. Ninguna de estas instituciones confirma que haya habido reuniones formales con Yondr.

Junto a las familias, el otro gran campo de batalla para los adolescentes a la hora de usar un móvil es el colegio o instituto. En Galicia, Castilla-La Mancha y Madrid los móviles están prohibidos, mientras que el resto lo deja en manos de cada centro. Pero la teoría es mucho más fácil que la práctica: hay profesores que piden los móviles para mirar un mapa o una app educativa, en los patios nadie vigila cada esquina y muchas familias quieren que sus hijos mantengan cierto acceso por si deben hablar con ellos.

Un alumno de la Dragon School coloca su móvil en una bolsa de Yondr. A su lado, el profesor Romaric Sewell sostiene uno de los siete dispositivos numerados con un imán que se usa para sellar y abrir el sobre a la entrada del colegio.Santi Burgos

En un correo electrónico privado dirigido a un grupo de padres, al que ha tenido acceso EL PAÍS, un profesor describe la situación de su instituto en Madrid: “Los móviles están prohibidos en los centros escolares por normativa, no es un tema discutible. El problema es hacerlo cumplir o quién debe imponerlo. Desde el momento que dejamos que lleven el móvil al instituto ya depende de los estudiantes que nos hagan o no caso del momento de usarlo. Si lo llevan, lo suyo es que lo dejen en la mochila, apagado, cuando entran en el instituto. Parece ser que está permitido en clase si el profesor te deja sacarlo para realizar una determinada actividad, lo que al final confunde también a los alumnos”, escribe. Aunque se requise alguno, es una batalla perdida con tantos frentes. De ahí que la Dragon School optara por esta solución.

“Es mi tentación”

“A mí, la verdad, me resulta una tentación”, dice una alumna de 18 años de la Dragon School, mientras sostiene la bolsa de Yondr en su mano. Tiene algo de cinturón de castidad o de preservativo, según cómo se mire: el objeto del deseo está ahí dentro y no hay acceso. Los móviles deben ir apagados dentro de la bolsa para evitar que los alumnos se conecten a él con tabletas u ordenadores. Los relojes inteligentes también van dentro del sobre. Para evitar todo intento de trampa, la escuela ha numerado los siete imanes que se usan para abrir las bolsas a la salida del centro. Así no se pierden.

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“Los profesores y los padres están encantados”, dice Helder Marques, director de Operaciones de la Dragon School. “Entre los niños, quizá los más mayores tengan más problemas. Cuando hicimos la reunión de presentación el 13 de septiembre, dijimos: ‘Tenemos un gran regalo para vosotros’. Ellos estaban encantados: ‘¿Qué nos va a regalar el colegio? ¿Una taza?’”. Pero no. Era una bolsa gris para encerrar el móvil. La Dragon School compró 200 bolsas para los 160 alumnos que tiene con móvil. Los precios, según Yondr, rondan los 30 euros por bolsa, aunque pueden hacer descuentos, como en Torrelodones, donde pagaron unos 20 euros por bolsa.

En la Dragon School han dado este paso porque las familias lo aceptaron en una reunión previa. “Otros colegios quizá piensen que la familia lo vivirá con rabia o que el alumno va a estar enfadado. Por eso tenemos que enseñarles, primero, que esto es bueno para ellos, que es por su futuro”, dice Marques. Su colegio hace cursos y talleres constantes sobre los problemas que puede causar el uso de redes o la adicción a móviles. Muchos de sus alumnos entienden esas limitaciones y las aceptan sin más.

La escuela considera que los móviles son más perjudiciales que positivos y están convencidos de su apuesta. “Los niños pierden muchísimo tiempo con el móvil y no tienen la madurez de saber que ese tiempo no vuelve”, dice Evangelista. “Yo creo que esto les ayuda a tomar conciencia de la interacción con otros, les da la oportunidad de abrir un poco más la ventana”. Dentro de las aulas la escuela deja usar ordenador o tableta para los trabajos. “En clase, estos chicos están menos ansiosos. Trabajan mejor, están más relajados. No hay lucha”, añade Evangelista.

A pesar de esta batalla contra los móviles, el problema, dice la dirección, no es la tecnología en sí. “Utilizamos mucho también la inteligencia artificial”, dice Marques, con herramientas como ChatGPT. “No les estás negando la tecnología, les estás advirtiendo de que tomen conciencia de que cuando no están con esto todo lo que pueden hacer”, dice Evangelista.

Las expertas tienen dudas

EL PAÍS ha consultado con dos expertas en desconexión digital la utilidad de este tipo de límites extraordinarios para el uso del móvil. Como es habitual, no hay respuestas definitivas y depende a menudo del adolescente afectado y de otros factores que le rodean. “En términos de autocontrol, las bolsas pueden ayudar a algunas personas porque eliminan la tentación inmediata de mirar sus móviles, lo que reduce las distracciones. Sin embargo, para otros, no estar completamente disponible puede ser un factor estresante”, dice Mehri S. Agai, investigadora de la Universidad de Bergen (Noruega).

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Aunque el objetivo de estas medidas tiende a ser educar a los jóvenes para que no reproduzcan algunos malos hábitos de adultos, hay que tener en cuenta que sus necesidades digitales pueden ser distintas: estos periodos de desconexión digital “requieren más esfuerzo para los adolescentes como grupo”, dice Agai. “La razón es que dependen del mundo digital para su ocio, socialización y, más importante, en sus intentos de formarse su identidad. Han crecido en un mundo donde la tecnología digital es omnipresente”, añade.

Esto no implica que los adolescentes no desconecten: “Claro que lo hacen, pero puede que les cueste más”, dice Agai. “De hecho, hay estudios que demuestran que los más jóvenes se desconectan más intencionalmente porque conocen más la tecnología que las generaciones mayores. Saben cómo desconectarse utilizando estratégicamente las aplicaciones, modos y otras opciones de configuración de su teléfono”, añade.

El reto principal de estos métodos es acompañarlos de una educación constante, tanto de palabra como de ejemplo. Y esto no siempre es así, según Patricia Dias, profesora de la Universidad Católica de Portugal: “Aprender a autorregularse es una habilidad muy importante para los niños, y se enfrentan cada vez a más dificultades para hacerlo porque viven en un mundo de retroalimentación instantánea, conexión permanente y recompensa inmediata. Si confiamos en la prohibición, en hacer los dispositivos inaccesibles y en la vigilancia, ¿qué harán los niños cuando nadie los esté mirando o vigilando? Lo mejor es apoyarles para que aprendan a tomar buenas decisiones, para que puedan ser independientes y autónomos. Estas bolsas pueden ser una etapa transitoria en este proceso de aprendizaje, o incluso parte de un sistema gamificado, pero no son la solución. La solución es la autorregulación”, dice Dias.

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Tecnología

Microsoft entra en el consejo de OpenAI como observador, pero sin derecho a voto | Tecnología

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Ya es oficial. Una semana después del principio de acuerdo, OpenAI ha anunciado este miércoles que Sam Altman vuelve a ser de nuevo el jefe de la empresa, aunque no será miembro, al menos por ahora, de su consejo de administración. Solo sobrevive un consejero, Adam D’Angelo, al que se suman Bret Taylor, nuevo presidente del consejo, y Larry Summers, vocal. Hay una novedad: Microsoft entra en el consejo como observador, aunque sin derecho a voto. El anuncio oficial ha venido acompañado de un mensaje de Altman repleto de agradecimientos en el que fija también sus prioridades. Tras un par de semanas frenéticas, Altman reconoce: “Estoy seguro de que se escribirán libros sobre este periodo”.

Entre esas prioridades está mejorar la gobernanza de la propia OpenAI. Un consejo muy reducido ha puesto al borde de la desaparición a la compañía que ha popularizado la inteligencia artificial con su ChatGPT. Ahora, los tres consejeros tendrán como tarea formar un consejo con perspectivas diversas, mejorar la estructura de gobierno y supervisar una investigación independiente sobre lo que ha ocurrido. “Espero trabajar estrechamente con ellos en estos pasos cruciales para que todos puedan estar”, ha indicado Altman.

“Construiremos un consejo calificado y diverso de personas excepcionales cuya experiencia colectiva represente la amplitud de la misión de OpenAI, desde la tecnología hasta la seguridad y las políticas. Nos complace que este consejo incluya un observador sin derecho a voto de Microsoft”, ha indicado en otro mensaje el nuevo presidente, Bret Taylor, que también ha anunciado la creación de una comisión independiente del consejo para supervisar una revisión de los acontecimientos recientes. “Mejoraremos la estructura de gobernanza de OpenAI para que todas las partes interesadas (usuarios, clientes, empleados, socios y miembros de la comunidad) puedan confiar en que OpenAI seguirá prosperando”, ha añadido Taylor.

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Altman se refería también a los directivos del gigante informático, empezando por Satya Nadella, su consejero delegado: “Han sido socios increíbles a lo largo de todo esto, con exactamente las prioridades correctas en todo momento. Nos respaldaron y estaban listos para darnos la bienvenida a todos si no podíamos lograr nuestro objetivo principal. Claramente, tomamos la decisión correcta al asociarnos con Microsoft y estoy entusiasmado de que nuestro nuevo consejo los incluya como observador sin derecho a voto”, desvela Altman.

Microsoft ha comprometido una inversión de 13.000 millones de dólares en la compañía, pero eso no le otorga derechos políticos. Se enteró del despido de Altman poco antes de que se hiciese público. La compañía, que se juega mucho en OpenAI, quiere nuevas garantías o, al menos, no llevarse de nuevo un susto como el reciente sin previo aviso. El dinero ha impuesto su ley en la resolución de la crisis, ya que la alta valoración de OpenAI permitirá hacer millonarios a buena parte de los empleados y atraer inversión para financiar sus investigaciones.

Junto a los cambios en la gobernanza, las otras dos prioridades inmediatas, según Altman, son la investigación y los clientes. Es decir, por un lado, avanzar en el plan de investigación, al tiempo que la compañía invierte más en seguridad, y, por otro, continuar mejorando e implementando los productos y sirviendo a los clientes.

Altman vuelve como primer ejecutivo y Mira Murati, que fue su sustituta interina, regresa al puesto de jefa de tecnología. Greg Brockman, cofundador y principal aliado de Altman, recupera un puesto denominado también presidente, pero que no es presidente del consejo.

“Nunca he estado más entusiasmado con el futuro. Estoy extremadamente agradecido por el arduo trabajo de todos en una situación poco clara y sin precedentes, y creo que nuestra resiliencia y espíritu nos distinguen en el sector. Me siento muy, muy bien acerca de nuestra probabilidad de éxito para lograr nuestra misión”, ha señalado Altman en su comunicado.

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“A todos ustedes, nuestro equipo: estoy seguro de que se escribirán libros sobre este período y espero que lo primero que digan sea lo maravilloso que ha sido todo el equipo. Ahora que hemos pasado por todo esto, no perdimos ni un solo empleado. Se mantuvieron firmes el uno por el otro, por esta empresa y por nuestra misión. Una de las cosas más importantes para el equipo que construye la inteligencia artificial general de forma segura es la capacidad de manejar situaciones estresantes e inciertas y mantener un buen juicio en todo momento. Las mejores notas. Gracias a todos”. El jefe de OpenAI se prodiga tanto en los agradecimientos que hasta da las gracias a quienes le despidieron. También da las gracias a Brian Chesky, consejero delegado de Airbnb, que actuó como intermediario para pacificar la situación.

Una de las consejeras independientes que apoyó la destitución de Altman y que ha dimitido este miércoles, Helen Toner, ha abierto un hilo en la red social X para explicarse. Ha dicho que sus acciones se han debido a su “compromiso con la misión de OpenAI”. “Se ha escrito mucho sobre la última semana o dos; seguramente se dirá mucho más. Por ahora, la junta entrante ha anunciado que supervisará una revisión independiente completa para determinar los mejores pasos a seguir. Para ser claros: nuestra decisión se refería a la capacidad del consejo para supervisar eficazmente la empresa, que era nuestra función y responsabilidad. Aunque ha habido especulaciones, no nos motivó el deseo de ralentizar el trabajo de OpenAI”, ha explicado.

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Tecnología

Por qué necesitamos un Alto Comisionado para impulsar las tecnologías estratégicas profundas | Ciencia

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Queda apenas un mes para el final de la presidencia española del Consejo de la Unión Europea, una presidencia marcada por el legado de la pandemia provocada por la covid-19 y la guerra en Ucrania, que han puesto de relieve las importantes dependencias estratégicas de Europa en general y España en particular, en las cadenas de suministros de áreas fundamentales como la sanitaria, la alimentaria o la energética.

Además de poner en jaque el bienestar de nuestras sociedades, estos eventos revelan la gran velocidad con la que se están produciendo las innovaciones y el impacto extraordinario que estas tienen es nuestra forma de vida.

De este modo, durante estos seis meses de presidencia española, Europa ha puesto el foco en la autonomía estratégica abierta, y señalado el papel clave que van a tener las tecnologías profundas o deep tech en nuestra capacidad de respuesta ante desafíos futuros.

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La Comisión Europea ha señalado además a algunas de estas como tecnologías críticas para Europa: biotecnología, semiconductores, inteligencia artificial y tecnología cuántica han sido identificadas como áreas trascendentales para el futuro de la Unión y su autonomía estratégica, no sólo por los riesgos de dependencias y amenazas que puede suponer que Europa quede atrás, sino también por su potencial disruptivo.

Además, la Comisión Europea anunció el lanzamiento de un fondo soberano denominado STEP, que está orientado al desarrollo de capacidades industriales relacionadas con estas tecnologías.

Sin embargo, el impulso de las deep tech no es fácil. Requiere miradas y esfuerzos muy particulares porque su naturaleza e impacto, tal y como señala el Informe Deep Tech and the Great Wave of Innovation, son muy diferentes a otros desarrollos tecnológicos. Son innovaciones de base científica, por ello las empresas que desarrollan deep tech suelen estar en el centro de un ecosistema de I+D profundo que involucra universidades y laboratorios de investigación, y subvenciones gubernamentales que proporcionan un entorno de apoyo. Se centran además en dar respuesta a problemas globales, como se evidencia en el hecho de que el 97% de las empresas de tecnología profunda contribuyen al menos a uno de los objetivos de desarrollo sostenible de la ONU. Finalmente, estas tecnologías se caracterizan por la dificultad y coste de su innovación, ya que puede tardar años en llegar al mercado, y suelen requerir grandes cantidades de inversión, implican una elevada incertidumbre y un alto riesgo.

En este contexto, resulta inevitable preguntarse qué papel quiere y puede jugar España. Ahora es el momento de pensar y desarrollar una estrategia que nos permita posicionarnos. En primer lugar, porque en los últimos años hemos hecho un esfuerzo en inversión en I+D sin precedentes, que nos ha permitido alcanzar un 1.44% del PIB, cifra que, aunque está lejos de la media europea, ha supuesto un salto notable. En segundo lugar, porque esa inversión se ha acompañado de la reciente aprobación de la ley de start-ups, clave en el impulso de la innovación. Y, en tercer lugar, porque nuestro país tiene la oportunidad de aprovechar su potencial científico con tecnologías profundas made in Spain.

Este programa de trabajo requiere una mirada transversal, coherente y colaborativa entre los distintos agentes y niveles de gobierno. Solo la puesta en marcha de agendas interministeriales a través de un Alto Comisionado puede garantizarnos la gobernanza de una cuestión tan compleja como impulsar tecnologías estratégicas profundas que van a tener un impacto incuestionable en nuestra salud, nuestra alimentación, la sostenibilidad de nuestro planeta, nuestra industria, nuestra defensa o nuestro modelo económico. Cada una de estas políticas corresponde a un departamento ministerial y muchos de ellos cuentan con sus propios fondos, agentes o instrumentos específicos ligados a estas tecnologías profundas, en muchos casos vinculados a los fondos Next Gen, pero necesitamos una mirada holística que ningún ministerio está en condiciones de ofrecer por sí mismo. No se trata de duplicar esfuerzos, sino de integrarlos y conectarlos con el primer nivel de la agenda gubernamental: ningún líder con visión de futuro puede permanecer al margen de estas revoluciones que están cambiando la geopolítica a escala global.

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Ion Arocena es director general de AseBio.

Jorge Barrero es director general de COTEC

Alfonso Gabarrón es gerente de AESEMI

Sergio Sáez es director de SECPHO

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