Fallece en Barcelona Gabriel Ferraté, el decano de los rectores

A finales de 1983, el ministro de Universidades, Josep Laporte, pidió a Gabriel Ferraté la creación de una universidad catalana a distancia. Ferraté terminaba su mandato como rector de la Universitat Politècnica de Catalunya, después …

A finales de 1983, el ministro de Universidades, Josep Laporte, pidió a Gabriel Ferraté la creación de una universidad catalana a distancia. Ferraté terminaba su mandato como rector de la Universitat Politècnica de Catalunya, después de veinte años en el cargo, y no lo dudó ni un momento, pero puso sus condiciones. Tiene plena libertad para guiar el proyecto y una estructura flexible, sin la rigidez de las universidades presenciales. Así se convirtió en el primer rector de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), cargo que ocupó durante nueve años, hasta convertirse en un centro de referencia.

Estas tres décadas como rector de universidades son el gran legado de Gabriel Ferraté, fallecido ayer a los 81 años en Barcelona. Pero sus múltiples intereses profesionales y personales dibujan una personalidad irrepetible que ha causado admiración en todas las responsabilidades que ha ejercido.

Nacido en Reus en 1932, su padre se dedicaba al negocio del vino y su madre era escultora cuando era joven, pero a él le apasionaba la electrónica. Desde muy joven ya tenía fama de inventor. Hizo un reloj con piezas de Meccano y montó aparatos de radio que vendió a los estudiantes. Terminó sus estudios de Perito Agrónomo e Ingeniero Industrial y permaneció en la universidad. Con 33 años obtuvo la primera cátedra de Automática en España. Antes ya había fundado la empresa Ciber, luego convertida en Eyssa, con la que renovó el tráfico con control semáforo computarizado, luego adquirida por varios países.

En plena transición, fue nombrado director general de Universidades e Investigación y se encontró con un inmovilismo arraigado en las altas esferas.

En aquella estancada universidad franquista, Ferrater no podía quedarse quieto. Fue primer director de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales y en 1972 fue nombrado rector de la UPC. Inicia la ampliación con nuevos centros en Lleida y Girona, incorpora los colegios de Terrassa, Vilanova y Manresa, y crea el primer Centro de Cálculo. En plena transición, fue nombrado director general de Universidades e Investigación y se encontró con un inmovilismo arraigado en las altas esferas. Todas las mañanas la oficina estaba llena de informes policiales.

Entre los recortes de prensa que recogió le gustó mostrar la nota que le envió el gobernador civil de Tenerife tras prohibir una actuación de Lluís Llach en la Universidad de La Laguna: “En realidad no prohibimos el recital, sino que avisamos que entraría la fuerza pública, si esto se llevara a cabo”. Al cabo de tres meses pidió pasar a la dirección general de Política Científica.

“No podía soportar esa presión brutal ni un día más”, explicó en el libro de entrevistas. ¿Qué opina Gabriel Ferrate?–, creo que el jefe de policía de Madrid incluso me dijo: ‘Aquí no ha cambiado nada porque si hubiera cambiado algo me habrían cambiado a mí’”. Relevaron al ministro y le sugirieron que preferían su destitución. Entonces tuvo una reacción muy típica de él. Se lo pondrían fácil si a cambio se aprobara el decreto de reconocimiento del Institut d’Estudis Catalans. Así lo hizo y regresó a Cataluña. En junio de 1978 volvió a ser rector de la UPC.

Ferraté renovó toda la estructura de la UPC y creó el Campus Norte y el Campus de Castelldefels. Su posterior llegada a la UOC despertó la envidia en el resto de universidades, porque despegó con enorme fuerza. También sorprendió a los periodistas en cada rueda de prensa. El más recordado, el que organizó en una masía del Vallès. Ferraté, de traje y corbata, los esperaba sentado en una silla plegable con su ordenador portátil en el regazo, en medio de un prado, junto a una vaca. En el futuro podremos conectarnos desde cualquier punto. El propietario de la vanguardia fue: “Las vacas mugen en el Campus Virtual”.

Coleccionó libros de poesía e historia, flautas, discos de música clásica, tornillos y, lo más insólito, una colección de ranas fabricadas con todo tipo de materiales.

También fue presidente del Institut Cerdà y de la Fundació Caixa de Tarragona. Estuvo activo en los CDC pero rechazó varios cargos. Y cuando le preguntaron por sus múltiples reconocimientos, desvió la atención hacia su afición por el coleccionismo: libros de poesía e historia, flautas, discos de música clásica, tornillos y, lo más insólito, una colección de ranas fabricadas con todo tipo de materiales, ya Según su versión, estos anfibios gritan “uoc, uoc”. Sus anécdotas ayudaron a comprender la personalidad polifacética e inconformista de un gran trabajador.